Lección 08 Alcanzando Madurez I
Discipulado #08
Alcanzando Madurez
En el transcurso de este discipulado hemos visto las características de personas inmaduras, los errores, las consecuencias de la inmadurez, ahora quiero hablar del mejor ejemplo que tenemos de madurez, Jesús.
Jesús habitó en medio de nosotros, demostrando que se puede vivir haciendo la voluntad de Dios en nuestra carne. Nos enseñó con su vida como un verdadero hijo de Dios debe caminar. Con su ejemplo de amor y vida, nosotros como hijos de Dios, sabemos que podemos seguir su ejemplo.
“Y descendió con ellos y volvió a Nazareth y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón”. Lucas 2:51
Todos conocemos la historia de cuando Jesús tenía 12 años y se le perdió a José y María en el templo, pero algo que me llama la atención es que Jesús estaba sujeto a ellos. Una característica que podemos ver aquí es que, Jesús estuvo sujeto a su Padre y Madre sobre esta tierra aun siendo el hijo de Dios, nunca se fue por encima de ellos, debiendo esperar el día determinado.
El creyente inmaduro no se sujeta a nadie, ni a su pastor y después lo escuchas decir que Dios le está hablando, pero nunca escucha el consejo de su pastor.
Nadie puede escuchar la voz de Dios si primero no escucha la voz de sus líderes sobre esta tierra. Dios nunca habla con rebeldes. Un creyente maduro siempre sabe estar bajo autoridad y sabe esperar su tiempo. Nunca va a dar indicio que es más usado que su pastor o que sabe más que su pastor, todo lo contrario, siempre estará dispuesto a seguir siendo enseñado, hasta que llegue su turno de líder.
“Mas Juan se le oponía diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿Y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejo”. Mateo 3:14-15
Jesús nunca se fue por encima de la palabra, todo lo que hizo lo hizo cumpliendo la voluntad del Padre, jamás anduvo por su cuenta ni hizo su voluntad.
Un creyente maduro procura conocer la voluntad de Dios, sigue sin cuestionar. Entiende que ya su vida no es suya sino que ahora le pertenece a Dios y por lo tanto, cada paso que da es para agradar al Padre, y no busca lo suyo propio.
Cuando Jesús se fue nos dejó a su Espíritu Santo y Él nos deja saber su voluntad por medio de su Espíritu cuando nosotros nos dejamos dirigir por él y obedecemos, entonces podremos ver cumplido su propósito en nosotros.
“Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos porque conocía a todos”.
Juan 2:23-24
Algo que me llama la atención del carácter de Jesús y su madurez es que, a pesar de que conocía los corazones de todos, nunca dejo de servir. El sabiendo cómo eran nunca dejó de manifestar su amor y misericordia, aunque sabía que alguien muy cercano a Él sería el que lo entregaría.
“Y mientras comía dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar”. Mateo 26:21
Para Jesús nunca fue un problema hacer las cosas que hacía por los demás, aunque sabía que nunca le iban a corresponder de la misma manera. Cuando eres un creyente maduro entiendes que muchas veces tendrás que hacer cosas por personas que nunca te lo agradecerán, pero lo haces porque el amor de Dios está en ti, y las haces para agradar a Dios, nunca te cansas de hacer la voluntad de Dios y trabajar para Dios.
Jesús nunca se desenfocó del propósito a pesar de la traición de Judas, él tenía una madurez para caminar con Judas y nunca apartarlo de su lado, aun cuando sabía lo que a Él le haría.
Jesús sabía que Judas lo entregaría y jamás lo apartó de su lado, lo alimento y hasta le lavó los pies junto con los otros discípulos. Él nunca lo trató diferente, todo lo contrario, lo trató igual que a los demás.
Hoy en día, la falta de madurez reflejada en un creyente no le permite perdonar y seguir sirviendo a otros cuando le han hecho daño.
Con su ejemplo nos enseña Jesús que nuestro servicio a Dios y hacer su voluntad no pueden dejar de hacerse, aunque nos hieran, nos traicionen; todo lo contrario, muchas veces nos veremos sirviendo a personas que fueron causante de nuestras lágrimas.
Perdonar es parte de la madurez de un cristiano, aunque no nos pidan perdón; perdonar es hacer borrón y cuenta nueva, seguir tratando a los demás como si nunca nos hubiesen hecho ningún daño.
“Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas porque sois semejante a sepulcros blanqueados, que, por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia”. Mateo 23:27
Jesús nunca tuvo miedo de hablar con la verdad a los demás. Esa es otra característica de ser maduros: la sinceridad y decir las cosas como son.
La falta de sinceridad de un creyente ha hecho que muchos no quieran servir a Dios.
Muchos viven de apariencia por no ser sinceros y vivir aparentando lo que no eres no es de Dios.
Un creyente maduro no tiene miedo de hablar la verdad, aunque le cueste. Él sabe que su compromiso es con Dios y no los hombres. La realidad es que nosotros como creyentes debemos conducirnos y vivir nuestra vida como un libro abierto que todos puedan leer.
“Luego puso agua en un lebrillo y comenzó a lavar los pies de sus discípulos y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido”. Juan: 13:5
Jesús no solo hablaba de cómo se tenía que vivir la vida en Dios, sino que él mismo fue un ejemplo vivo de amor, de entrega, de servicio, de compasión y de misericordia.
Su paso por este mundo fue para enseñarnos que, si Él pudo, nosotros también podríamos vivir como él vivió.
La madurez en un creyente se refleja cuando cada paso que da es una evidencia de que Dios esta con él.
Jesús les lavó los pies a sus discípulos enseñándoles que, sin importar la posición que tuvieran, debían tener la madurez para también hacer lo mismo con los demás no importando quienes fueran.
Cuando Jesús les estaba lavando los pies, no es que le estaba enseñando a profetizar, a echar fuera demonios o hacer milagros con su ejemplo les estaba enseñando a servir. No importa lo lejos que podamos llegar o lo mucho que podamos saber, nunca podemos dejar de servir.
“Él no vino a ser servido, sino que vino a servir”. Mateo 20:28
“Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que entrando en una barca, se sentó en ella en el mar; y toda la gente estaba en tierra junto al mar. Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y le decía en su doctrina: Oíd: he aquí, el sembrador salió a sembrar” Marcos 4:1 al 3
Jesús se dedicó a enseñar a todos siempre que tenía la oportunidad, porque sabía que el crecimiento de quien lo escuchaba sería producto de lo que aprendieran. Nosotros debemos aprender que la madurez no es un espíritu que se echa fuera, como se echan los demonios, la madurez y el crecimiento de un creyente viene por ser enseñados; es decir, se le debe dar formación o discipulado a las personas. No podemos pretender que un creyente refleje el carácter de Cristo, si no se le da discipulado.
Pst. F. Tranfa