5 principios para entrenar discípulos parte II
Discipulado: Universidad de la FE
Campus Madrid
Continuamos con la clase pasada y hoy vamos a concluir los dos puntos que faltaron . Estábamos hablando de los cinco principios dados a Moisés para entrenar lideres.
Primer Principio : Entrene a otros para que ayuden
Segundo Principio: Enséñales la biblia mediante (Discipulados , Escuela de ministerios, Institutos bíblicos , La universidad de la Fe).
Tercer principio: Muéstrele el trabajo que hay que hacer
Veamos como lo hizo Jesús leamos (Lc 10:1-21).
Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan [se someten] en tu nombre. Y él les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó” (Lc 10:1-21).
El Entrenamiento De Corta Duración Es El Mejor
Note que el entrenamiento que Jesús utilizó con los doce apóstoles y los otros setenta fue de corta duración. Él demostró lo que ellos deberían hacer y, después, los envió a realizar las mismas cosas. “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Jn 14:12).
Entre más extenso sea el programa de entrenamiento, menos efectivos serán los graduados. El entrenamiento debe ser máximo de 6 meses a un año; luego, los entrenados deberán ser enviados fuera a tiempo completo, para que practiquen lo que aprendieron. Si es necesario, pueden ser traídos de vuelta para entrenamiento adicional uno o dos años más tarde.
- Manténgalo Práctico. El entrenamiento de corta duración debe ser 50% ENSEÑANZA Y 50% PRÁCTICA. Lo que fue enseñado deberá ser practicado inmediatamente. No entrene la cabeza, entrene las manos. Mantenga el énfasis sobre la Práctica (entrenamiento práctico).
El entrenamiento debe ser centrado en la Biblia, de corto tiempo y práctico. Es un programa basado en la Palabra de Dios, la Biblia y, es por eso, que rinde los resultados bíblicos.
- Principio Transfiera La Unción
“Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. Y… tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo” (Nm 11:16, 17).
- La Unción Es Esencial. Este es probablemente el principio más importante (pero el más descuidado), en el desarrollo del liderato.
Sin el poder del Espíritu Santo (la unción) sobre el líder, no tiene la esperanza de tener éxito. Jesús nunca envió a nadie a que lo representara sin primero saturarlo de Su poder.
“Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades“ (Lc 9:1).
“Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, Y les dijo: …He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lc 10:1, 18, 19).
“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hch 1:4, 5).
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch 1:8).
Jesús no comenzó Su ministerio hasta que el Espíritu del Señor descendió sobre Él durante Su Bautismo en agua por Juan el Bautista (Lea Mt 3:16; Mr 1:10; Jn 1:32).
Jesús comenzó Su ministerio diciendo: “El Espíritu Del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable [o jubileo] del Señor” (Lc 4:18, 19; lea Levítico 25:1-54).
La unción fue esencial para que Jesús pudiera cumplir Su ministerio (como aparece delineado en los versículos anteriores), de igual manera ésta, es esencial para usted.
Jesús ordenó a Sus discípulos que deberían “ser bautizados con el Espíritu Santo” (Hch 1:5). Pablo ordenó: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Ef 5:18).
- Líderes Ungidos Deben Entrenar A Otros. No perdamos de vista el principio tan vital, envuelto en las Escrituras anteriores. El líder clave era ungido y pasaba su unción adelante a los que entrenaba.
La ley de la Cosecha encontrada en la Biblia es clara.
“Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género…”
“Y creó Dios los grandes monstruos marinos [ballenas] y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género…” (Gn 1:12, 21).
Nosotros reproducimos lo que somos. Si líderes que han fracasado entrenan, sus estudiantes serán fracasos también. Los líderes que tienen éxito, quienes llevan una unción poderosa del Espíritu Santo en sus vidas, esos son los que deben estar envueltos en la enseñanza o entrenamiento del liderazgo. Los tales reproducirán otros que llevarán una unción poderosa y serán prósperos.
Esto fue cierto en quienes entrenó Moisés. Dios dijo: “Y… tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos…” (Nm 11:17).
Esto fue cierto en Elías y Eliseo. “Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí.
Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así…
Y aconteció que… un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.
Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!
Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo.
Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu [unción] de Elías reposó sobre Eliseo…” (2 R 2:9-15).
Esto mismo sucedió con Jesús y Sus discípulos. “El Consolador.. .el Espíritu Santo…” (Jn 14:26).
“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre…” (Jn 15:26).
“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Jn 16:7).
- La Unción Es Compartida. La unción fue trasladada de Moisés a los líderes que compartirían su ministerio. La unción fue transferida de Elías a Eliseo, quien compartiría su ministerio. La unción fue transferida de Jesús a Sus discípulos, quienes compartirían Su ministerio.
El mismo principio todavía sigue operando. El entrenador comparte su unción con el entrenado. Por consiguiente, los que efectúan el entrenamiento deben ser los que tengan el poder de Dios sobre sus vidas. Las leyes de la Cosecha obrarán, éstas, producirán su propia especie.
Conocí un evangelista que tenía un ministerio dinámico de milagros de sanidad para la población de Asia, África y América Latina. Noté que en casi toda nación que él ministraba, el que servía como su intérprete tenía la misma unción (ministerio) que el evangelista. Dos semanas trabajando con el evangelista hicieron que la unción se trasladara al intérprete. Después de que el evangelista se marchó, el intérprete continuó adelante con el mismo espíritu y poder del evangelista.
- ¿Quién Traslada La Unción? Dios dijo: “Y… tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos…” (Nm 11:17).
Es bajo la dirección y soberanía de Dios que esto toma lugar. La clave en este bendito traslado es que Dios es quien escoge los recipientes y dirige el liderato. “Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón” (He 5:4). Esto ocurre por nombramiento divino.
Es evidente que en la Iglesia primitiva ellos emplearon bastante tiempo ayunando, en oración y en el ministerio al Señor, a fin de crear la atmósfera apropiada para que Él les pudiera hablar (Hch 1:14; 13:1-3). En medio de tales tiempos fue cuando el Espíritu Santo vino. Los obreros salieron en el poder del Espíritu y cumplieron sus ministerios prósperamente.
Ojalá pudiéramos limpiar los escalones hacia el Aposento Alto nuevamente y orar hasta que la presencia del Altísimo sacudiera todo el lugar. Entonces, estaríamos listos para volver a salir a proclamar y demostrar la resurrección de Jesús.
“Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos” (Hch 4:33).
Para un estudio más profundo acerca de la unción, vea la Sección A2.9: Reciba La Triple Unción en el Manual de Entrenamiento para Líderes.
5. Traslade La Carga
“Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel…y esperen allí contigo…Y llevarán contigo la carga del pueblo…” (Nm 11:16, 17).
¡Si usted ve a un hombre esforzándose por ser responsable, promuévalo! Tal hombre será una bendición a la obra de Dios. ¡Si ves a un hombre tratando de alcanzar autoridad, ten cuidado! Tal hombre perjudicará la obra de Dios.
- Liderazgo No Es Señorío. “Apacentad la grey de Dios… no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 P 5:3).
Dios hizo a la humanidad para que ejerciera dominio (lea Gn 1:26). Por esta razón, en el corazón de la mayoría de los hombres existe el deseo de gobernar.
El gobernar según el modelo bíblico, es totalmente diferente a la manera en que la mayoría de los líderes del mundo ejercen su autoridad. Es por eso que necesitamos entender el modelo de la Biblia para el liderazgo.
Es utilizar el dominio como Jesús lo hizo: legítimamente: “…porque yo hago siempre lo que le agrada [al Padre]” (Jn 8:29). Él usó Su posición de liderato para enseñar, bendecir, sanar, romper yugos, echar fuera demonios, perdonar pecados y sanar a los quebrantados de corazón (lea Lucas 4:18). Todo esto agradó a su Padre celestial.
“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mr 10:45). Jesús no ejerció dominio como un dictador. Él entendía Su papel como un regidor, pero al servicio de los demás.
Sus discípulos no comprendieron esto. Ellos pensaban que el liderato significaba una posición elevada para recibir honra y alabanza.
“Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo.
Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
Entonces Jesús respondiendo, dijo:… Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellos potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20:20-28).
El Señor no quería que Sus apóstoles fueran SEÑORES. Por el contrario, quería que fueran SIERVOS de los demás, humildes y dispuestos a lavar los pies de sus semejantes, exactamente como un esclavo vil. “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros” (Jn 13:14).
El Apóstol Pablo afirmó esto en sus escritos. “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros… estáis edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Ef 2:13, 20).
Esto nos enseña que el liderato de apóstoles y profetas, son ministerios fundamentales en la iglesia. El fundamento de un edificio está bajo el mismo, siguiendo su papel de sostén: no lo domina ni lo mantiene bajo dominio.
La ‘piedra principal del ángulo’ era la piedra de esquina en las pirámides. Este lugar es reservado para Jesús exclusivamente. Solo Él tiene el derecho de reinar en la Iglesia como la piedra angular del fundamento, es decir, la piedra de esquina.
Cualquier líder de la iglesia que trate de tomar el lugar de Jesús, está en peligro de operar como un ‘anticristo’. En el Nuevo Testamento, el término griego para anticristo no solo significa ‘contra Cristo’, sino que en algunos pasajes significa ‘en el lugar de Cristo’. Aquellos que son entrenados para el liderato deben entender este importante principio.
Siglos antes de Cristo, los israelitas trataron de hacer que su libertador, Gedeón, fuera rey sobre ellos. Pero él respondió sabiamente: “…No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará, Jehová señoreará sobre vosotros” (Jue 8:23).
1) La Parábola De Jotán. Recomiendo que lea la parábola de Jotán (un pariente de Gedeón en Jueces 9:7-21).
En su parábola, ninguno de los árboles o viñas que llevan frutos, aceptan la solicitud de reinar sobre el pueblo. Únicamente la zarza, una planta llena de espinos y sin frutos, accedió al llamado de reinar sobre el pueblo.
Note cómo la “viña fructífera” respondió en la parábola de Jotán: “Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros. Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?” (Jue 9:12, 13). La ‘viña’ rehusó gobernar sobre otros.
Jesús tenía la misma actitud. Él era la viña verdadera y también rehusó que lo hicieran rey (lea Juan 15:1). “Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo”.(Jn 6:15).
Pablo escribió a los Filipenses: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil 2:5-8).
Por consiguiente, “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Fil 2:3).
2) Pablo: Un Ejemplo. El mero hecho de ser un apóstol de Jesús no traía honor o alabanza. Pablo describía su liderato con las siguientes palabras: “Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija.
Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.
Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos.
No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados”. (1 Co 4:11-14).
La iglesia de Corinto y sus líderes tenían un entendimiento equivocado de su papel en este mundo presente. Ellos pensaban que eran como gobernadores gentiles (lea 1 Corintios 4:8). Pablo usó palabras llenas de sarcasmo para corregir sus ideas falsas.
- El Líder De La Iglesia: Un Llevador De Cargas. La Escritura usa al buey como símbolo del líder de la iglesia. “Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla.
¿Tiene Dios cuidado de los bueyes?
¿O lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió…” (1 Co 9:9, 10).
El buey fue escogido como la representación del líder de la Iglesia debido a su paciencia persistente en las labores de la cosecha. La fortaleza o fuerzas contínuas y resistentes del buey, han hecho de tal animal uno de los más amados y reverenciados entre todos los usados en la agricultura.
Como tal, el buey ilustra el papel bíblico del líder de la iglesia: un llevador de cargas, uno que lleva gozosamente la responsabilidad de ver que otros sean alimentados y cuidados.
Es obvio, desde el punto de vista bíblico, que los que cumplen fielmente su papel de liderato llevan muchas cargas como los bueyes. Pablo describió su ministerio en 2 Corintios 11:23-28 en las siguientes palabras:
“…en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces.
De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno.
Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez.
Y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias”. Nadie, excepto los líderes sinceros de la Iglesia, son los únicos que desean llevar esta clase de cargas y responsabilidades. Los tales, representan los bueyes de Dios.
Procure esta clase de hombres para entrenarlos en el liderato. Observe estos principios bíblicos para el entrenamiento de líderes:
“…porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien” (Jos 1:8).
Pst. F Tranfa
Min rey de reyes