Discípulos a todas las naciones
«¡Haced discípulos de todas las naciones!»
El último mandamiento de Jesús a once temerosos adoradores y seguidores sobre una montaña en el norte de Palestina casi dos mil años atrás, es un mandato asombroso y notable.
Es asombroso por el hecho de que fue dado a un grupo de gente común – pescadores galileos, recaudadores de impuestos, e individuos de la clase trabajadora. Es notable por el hecho de que Jesús esperaba que su equipo formado de diferentes clases de personas alcanzara al mundo. Pero quizá no es tan asombroso como puede parecer. El Maestro prometió que iba a estar con ellos, Él mandaría al Espíritu Santo para que les diera poder, y ellos irían con Su autoridad. Quizá no sea tampoco tan notable como parece al principio porque Él les estaba diciendo que hicieran lo mismo como lo habían hecho antes.
Yo los he hecho mis discípulos; ahora vayan y hagan del mismo modo – hacer discípulos a otros que serán mis seguidores al igual que los son ustedes. Y ellos, a su vez, harán y multiplicarán discípulos hasta que hayan seguidores de Cristo en cada nación.
Además, en estas instrucciones finales, Jesús les dijo a sus discípulos cómo hacer discípulos de todas las naciones. Todos los escritores de los Cuatro Evangelios registraron estas
instrucciones. Éstas se encuentran en lo que ha llegado a ser conocido como La Gran Comisión:
Mateo 28:18–20
«Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Ensenándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.»
Marcos 16:15–18
«Les dijo: Vayan por todo el mundo y anuncien la buenas nuevas a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado. Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas; tomarán en sus manos serpientes; y cuando beban algo venenoso no les hará ningún daño; pondrán las manos sobre los enfermos, y estos recobrarán la salud.»
Lucas 24:46–49; Acts 1:8
«…El Cristo padecerá y resucitará al tercer día, y en Su nombre se predicarán el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén.
Ustedes son testigos de estas cosas. Ahora voy a enviarles lo que ha prometido mi Padre; pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto. Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.»
Juan 20:21–23
«…Como el Padre me envió a mí, así yo les envío a ustedes. Y luego, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen sus pecados, les sean perdonados, a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados”.»
Es interesante que en el idioma original, la Gran Comisión encontrada en estos cuatro registros contiene solamente dos imperativos, o mandamientos: Prediquen y hagan discípulos. Vayan, bauticen, y enseñen, son participios que describen cómo predicar y hacer discípulos se debe llevar a cabo. Por lo tanto, de estos registros, la Gran Comisión de Cristo puede ser resumida en estas palabras:
«Yendo bajo mi autoridad como mis testigos en el poder del Espíritu Santo, prediquen las buenas nuevas del arrepentimiento y perdón de pecados en mi nombre, bautizando a esos que se arrepienten y creen, y hagan discípulos enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado. Y comenzando en Jerusalén hasta los confines de la tierra, mientras ustedes hacen esto, yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo.»
Simplemente, Cristo mandó a Sus discípulos a
1) «predicar las buenas nuevas» y,
2) «hacer seguidores de mí … en todas las naciones».
Y la gran suposición de esta Gran Comisión es que los discípulos irían y lo harían. ¿Por qué? Porque ellos, al igual que su Maestro, obtendrían el mismo poder del Espíritu para proclamar las buenas nuevas; y como eran sus discípulos, obedecerían Sus mandamientos, incluyendo este último. Al igual que Jesús, ellos serían «dotados con el poder de lo alto» cuando viniera el Espíritu Santo sobre ellos. El poder dinámico y la presencia del Espíritu del mismo Jesús iba a proporcionar el ímpetu para que fueran como sus testigos a todas las naciones.
Por lo tanto, después de su resurrección, Cristo habló a sus discípulos diciendo, «…“Como el Padre me envió a mí, así yo les envío a ustedes.” Y luego, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo”» (Juan 20:21-22).
Así como se le dio a Jesús el poder del Espíritu Santo (Lucas 3:21- 22; 4:18-19), de la misma manera a nosotros se nos da el poder del mismo Espíritu para que seamos sus testigos (Hechos 1:8).
Yendo en el poder del Espíritu, los discípulos iban a hacer seguidores de su Maestro en todas las naciones. Jesús había dicho, «Y este evangelio del Reino será predicado en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin» (Mateo 24:14).
Claramente, el mandato de la Gran Comisión es hacer discípulos en todos los pueblos (ethne) antes que Cristo regrese. Proclamar el evangelio de Jesucristo ha de producir
discípulos dentro de cada grupo de gente en el planeta. Como una expansión de la comisión inicial de Cristo a los doce apóstoles para que fueran solamente a «las ovejas perdidas de Israel»
(Mateo 10:5-6), esta es en efecto la Gran Comisión. Es grande por el hecho de ser universal, en todo el mundo – un mandato para evangelizar a toda nación. No es simplemente el hacer
conversiones de gente en todos los países; es hacer discípulos en todas las naciones, todos los pueblos. Entre todos los ethne discípulos han de ser los creyentes quienes no solamente reciban a Cristo como su Salvador, sino obedecen y ponen en práctica todos los mandamientos, empezando con el primer mandamiento, el cual es ser bautizado y abiertamente declarar su compromiso con El Señor. Discípulos son aquellos que responden a la invitación de Jesús a «venid a mí». Son aquellos quienes también responden a su invitación «vengan, síganme».
Discípulos son aquellos que han decidido seguir a Jesús y aprender a vivir como Él vivió.
Pst. Federico Tranfa
Min Reydereyes Madrid