Discipulado 1.0 El sermón del monte las bienaventuranzas
Discipulado 1.0
El Sermón del Monte (Mateo 5-7)
De todos los Evangelios, tal parece que Mateo bien pudo haber diseñado su Evangelio como un manual de discipulado.
«¡Haced discípulos! Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado.» Esto hicieron los discípulos mientras miles se arrepentían y eran bautizados en el Día de Pentecostés.
Ellos los bautizaron y les enseñaron. Por lo que fueron estos primeros creyentes bautizados quienes se dieron a sí mismos a las «enseñanzas de los apóstoles» (Hechos 2:42). Los apóstoles les enseñaron lo que Jesús les había enseñado a ellos: a obedecer todo lo que Él había mandado. Sus mandamientos «pueden ser resumidos en tres declaraciones: ama a Dios con todo tu corazón, tu mente, tus fuerzas y tu alma; ama a tu prójimo como a ti mismo, ama a tus enemigos»
Estos mandamientos se encuentran en los Evangelios, especialmente en el Evangelio de Mateo, donde los dichos de Jesús son ordenados de acuerdo con el tema en lugar de
ser ordenados de manera cronológica. Tal parece que Mateo pudo haber diseñado su Evangelio como un manual de discipulado.
Probablemente no había nadie mejor que Mateo para enseñar todo lo que Cristo había mandado; uno de los doce apóstoles que había estado con Él desde el inicio. Es interesante que el nombre de Mateo proviene de la misma raíz que «discípulo» (mathetes) que significa «uno que fue enseñado y entrenado».
Con el creciente número y la dispersión de creyentes en todo el Mediterráneo oriental, la enseñanza de todo lo que Cristo había mandado comenzó a superar la habilidad de los
doce apóstoles para visitar personalmente y enseñar a todos aquellos que venían a Cristo. Tal vez pudo haber sido una de las razones principales para que Mateo escribiera este Evangelio, para que fuera posible hacer discípulos más allá de Israel.
Además, después de la muerte de algunos de los apóstoles, lo que Cristo había enseñado tenía que ser preservado para que así Sus enseñanzas pudieran ser comunicadas y se pudieran
seguir haciendo discípulos de las naciones. Si esto es así, es interesante que Mateo agrupó las enseñanzas de Jesús en secciones principales sugeridas por las palabras «cuando él había terminado de decir estas cosas».
Mateo usó esta frase cinco veces en este Evangelio para hacer la transición de palabras a obras de Jesús (7:28; 11:1; 13:53; 19:1; 26:1). Con frecuencia Mateo también agrupó dichos, historias y parábolas en grupos de tres, cinco, siete y diez, lo que tal vez pudo haber sido hecho con el propósito de ayudar a la memoria tanto de maestros como estudiantes.
Esto pudo haber sido especialmente útil en una gran cultura oral como la del primer siglo. De estas secciones, la primera es conocida como «El Sermón del Monte» y es la sección más extensa de las enseñanzas de Jesús. Parece ser una agrupación de dichos de Jesús, porque en Lucas, el libro más ordenado cronológicamente, esos dichos se encuentran en
varios puntos en su ministerio Galileo (Lucas 6:17-49; 11:1-4; 12:22-31).
Con esto en mente, dirijámonos a la primera y más larga sección de las enseñanzas de Jesús en el Evangelio de Mateo. Se encuentra en capítulos cinco al siete. El enfoque es poner en práctica las enseñanzas que ellos habían recibido, llegando a ser no solamente oidores sino hacedores de la palabra. «Por tanto, todo el que oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca… Pero todo aquel que oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena» (Mateo 7:24, 26).
Un bosquejo del Sermón del Monte indica por lo menos una docena de temas principales:
Introducción (5:1–2)
• Las Bienaventuranzas: La Verdadera Felicidad (5:3–12)
• Sal y Luz: Haciendo la diferencia (5:13–16)
• Amar a los Demás: Rectitud verdadera (5:17–48)
• Amar a Dios: Hábitos del corazón (6:1–18)
• Sencillez de Corazón: Enseñoreado por el Maestro
(6:19–24)
• Lo Primero es lo Primero: Viviendo libre de preocupación
(6:25–34)
• Sembrando y Cosechando: Juzgando y discerniendo
(7:1–6)
• Los Buenos Regalos de Dios: Pide, Busca, Toca (7:7–11)
• La Regla de Oro: Llegando a ser como el Dios que servimos
(7:12)
• Dos puertas, Dos caminos: ¿Cuál elegir? (7:13–14)
• Fruto Bueno y Fruto Malo: Lo genuino y lo falso (7:15–23)
• El Constructor Prudente y el Insensato: Oidores y hacedores (7:24–27)
Conclusión (7:28–29)
Introducción (Mateo 5:1–2)
Jesús les dijo a sus primeros discípulos, «Vengan, síganme». Andrés, Pedro, Santiago, y Juan dejaron su negocio de pescadores para seguir al rabí de Nazaret, así como también
otros tales como Mateo, el recaudador de impuestos. Mientras Jesús iba a lo largo de Galilea enseñado y predicando las buenas nuevas del Reino y sanando toda clase de enfermedades
y dolencias, se difundieron noticias de Él en Siria al norte, Jerusalén y Judea al sur, y al este del Río Jordán hasta Decápolis (diez ciudades grecas). En ocasiones cuando se juntaban
multitudes, Jesús no solamente predicaba y sanaba, sino que también enseñaba acerca del Reino de Dios. Sus discípulos eran el enfoque principal de sus enseñanzas. Sentado, como
lo hacían los maestros rabinos cuando querían dirigirse a sus seguidores con autoridad, Jesús comenzó a enseñar a sus discípulos mientras ellos se juntaban alrededor de Él en medio
de las multitudes.
Las Bienaventuranzas: La Verdadera Felicidad (Mateo 5:3-12)
¿Por qué es que la vida en el Reino de Dios parece ser exactamente lo opuesto a los reinos de este mundo, un reino invertido? ¡Porque así lo es!
Las enseñanzas de Jesús comenzaron con lo que nosotros llamamos «Bienaventuranzas» (beatos) que describen a una persona verdaderamente bendecida, esos que estaba
genuinamente experimentando la «buena vida». Jesús dio ocho características de estas personas realmente felices. Ellos son los pobres de espíritu, los que lloran, los humildes, los que tienen hambre y sed de rectitud, los compasivos, los de corazón limpio, los que trabajan por la paz, y los que son perseguidos a causa de la rectitud. Esta clase de reino ciertamente no parece ser uno que conocemos en el planeta tierra, donde esos que son envidiados son los ricos, que no tienen problemas, quienes saben como salir adelante, a quienes nunca les falta nada, esos que aciertan, los motivados para tener éxito, los ejecutores de la paz y quienes sólo son lo contrario de aquellos que no tienen lo que ellos tienen. ¡Esta supuestamente es la buena vida!
¿Por qué es que la vida en el Reino de Dios parece ser exactamente lo opuesto a los reinos de este mundo, un reino invertido? ¡Porque así lo es!
En Su Reino, es mejor dar que recibir, morir es vivir y perder la vida es encontrarla.
Los ciudadanos de este reino parecen estar marchando a un ritmo diferente y así es. Alguien cambió la música, y ese alguien es Dios.
Veamos otra vez esta «marca musical» y note más la promesa dada para cada una de las ocho características de esos que son ciudadanos de este nuevo reino. Los siguientes son aquellos que son verdaderamente bendecidos y felices:
- Esos que humildemente reconocen su pobreza ante Dios, el reino de Dios pertenece a ellos.
- Esos que lloran por lo que a Dios le duele, su propio pecado y alejamiento de Él, Dios les da de Su propio consuelo.
- Esos que le dan a Dios el control de sus vidas, ellos recibirán la tierra por heredad.
- Esos que anhelan la rectitud y los caminos rectos de Dios, ellos serán realmente satisfechos y llenos.
- Esos que tratan a otros con perdón y gracia así como Dios los trata a ellos, ellos recibirán la misericordia y la bondad de Dios.
- Esos quienes tienen el deseo singular de agradar a Dios, ellos conocerán a Dios como amigo.
- Esos que hacen la paz donde hay un conflicto y alejamiento, ellos serán llamados hijos de Dios.
- Esos que están en contra de hacer lo que no es correcto, ellos llegarán a ser partícipes y herederos del reino de Dios. Estos son aquellos que son insultados, perseguidos, y falsamente acusados por ser seguidores de Cristo. Ellos se gozan porque su recompensa en el cielo es grande, porque así fueron tratados y recompensados los emisarios de Dios en el pasado.
Cuando Dios es el rey, cuando Jesús es el Señor y nosotros ya no lo somos, la vida funciona de la manera que originalmente se planeó. Estas «bienaventuranzas» caracterizan una
nueva manera de pensar. Ellas reflejan un cambio de actitud y perspectiva. Los seguidores de Cristo han nacido de nuevo para tener un nuevo punto de vista. Ellos son nueva creación.
Las viejas actitudes están siendo reemplazadas por una nueva mentalidad – la mentalidad de Cristo. ¡A Dios le encanta cambiarnos! Él está comprometido con nuestra transformación.
Él tiene la intención de hacernos a la imagen de Su Hijo. Él está alterando el punto de vista que tenemos del mundo y nuestra manera de pensar. Él está remodelando nuestro carácter.
Verdaderamente, «en Cristo» nuestra vieja manera de vivir se ha ido; y una nueva vida ha comenzado (2 Corintios 5:17).
Claramente, las bienaventuranzas reflejan vida y pensamientos transformados. Ellos reflejan acciones y actitudes de personas que han nacido de nuevo:
• Ellos son pobres en espíritu y se han humillado a símismos.
• Ellos han llorado y lamentado de su rebeldía.
• Ellos son mansos y están sometidos a Dios.
• Ellos tienen hambre y sed de la justicia de Dios y de sus
justos caminos.
• Ellos son misericordiosos y tratan a otros como Dios los
ha tratado.
• Ellos son puros de corazón y tienen un deseo singular de
agradar a Dios.
• Ellos son pacificadores y conocen la paz de Dios.
• Ellos hacen lo que es justo y recto, no hacen lo que
es incorrecto
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