Lección 3 La coraza y el cetro de Justicia parte 2
……………Continuacion de la leccion anterior
3.Para Recibir Poder En Oración.
En Hebreos 5:7 hay una declaración extraordinaria: ”Cristo… ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente”. Su santidad hizo que Sus oraciones fueran escuchadas y contestadas.
Andando Rectamente. Si deseamos tener poder a través de la oración, es vital que andemos en justicia en todo tiempo. La injusticia torna el rostro de Dios contra nosotros.
Si nuestra comunión con nuestra familia no es mantenida en su debido orden, ello puede impedir nuestro poder en la oración. “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 P 3:7).
Si queremos ser poderosos en la oración, debemos recordar que hemos sido “hechos para nuestro Dios, reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Ap 5:10).
La Biblia dice: “…Justicia y juicio son el cimiento de su trono” (Sal 97:2). “He aquí que para justicia reinará un rey…” (Is 32:1).
Estos versículos establecen tales principios claramente. El trono y cetro de autoridad de Dios, residen sobre los que andan con rectitud y viven vidas puras y santas delante de Dios. Solamente ejercemos la “unción de rey”, a medida que nos “…limpiamos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Co 7:1).
“Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré” (2 Co 6:17).
Cornelio era un hombre justo, cuyas oraciones fueron contestadas. “Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio… piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y que oraba a Dios simpre.
Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía… Tus oraciones y limosnas han subido para memoria delante de Dios” (Hch 10:1-4).
Note la conexión entre sus limosnas (obras de caridad-altruismo) y sus oraciones. Sus obras de justicia hicieron que Dios escuchara sus oraciones. “Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal” (1 P 3:12).
Las obras de justicia no compran los favores de Dios, pero sí llaman Su atención cuando oramos. El comportamiento justo y ético, en realidad son claves [llaves] hacia el poder en la oración.
- Comprométase Con La Justicia. No estoy enseñando sobre una perfección sin pecado: el estado de ir sobre y más allá del pecado. 1 Juan 1:8 nos dice: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”. Todos fallamos de vez en cuando, pero nuestro compromiso básico o deseo de corazón es con la justicia.
Existe una gran diferencia entre la práctica del pecado a sabiendas y el fallar que ocurre en un momento de debilidad.
Si estamos comprometidos con la justicia, tales fallas nos impulsan rápidamente al arrepentimiento y pesar por nuestro pecado. Queremos estar “bien” con nuestro Padre Celestial tan pronto como podamos.
Una vez cuando estaba visitando un lugar donde criaban ovejas, expliqué la diferencia entre la naturaleza de un cerdo y la de una oveja.
Cuando un cerdo encuentra un lugar pantanoso, se acuesta en él y disfruta revolcándose en él. Cada vez que puede, regresa a ese lugar lodoso porque para él es una delicia estar metido en lo sucio. Si una oveja cae dentro de un lugar pantanoso, hace todo el esfuerzo posible para salir de tal lugar, y trata de evitar ese lugar en el futuro.
Después del servicio o reunión, uno de los hombres me contó respecto de una experiencia personal que había tenido en su rancho. La válvula de cierre en uno de sus molinos de viento se atascó. Como resultado, el exceso del agua se acumuló por sobre el tanque de almacenamiento e inundó la tierra de alrededor. Esto creó un enorme pantano.
Pasaron varios días antes de que pudiera examinar todos sus molinos de viento. Cuando terminó, descubrió que una de sus ovejas había caído en el pantano al tratar de beber agua de uno de sus tanques.
La oveja había tratado con todas sus fuerzas para salir del pantano hasta que las fuerzas se le acabaron, y murió tratando de salir fuera. El ranchero dijo: “Eso ilustra la diferencia entre una oveja y un cerdo, ¿verdad que sí?”.
La verdad espiritual de esa ilustración está expuesta claramente en Hebreos 12:4: “Porque aun no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado”.
¿Acaso es nuestro nivel de comprometimiento con la justicia tan grande que estamos dispuestos a morir antes que caer en la suciedad del pecado?
Si el impulso o motivación básica en nuestra vida es no pecar sin importar el precio, no haremos una práctica habitual del pecado. De seguro que actuaremos rectamente para ser justos.
Sí, es posible que caigamos o fallemos, pero no permaneceremos en el pecado, ni en condenación (dolor de culpabilidad). 1 Juan 1:9 nos dice con firmeza que siempre podemos confesar nuestro pecado.
Debido al sacrificio de Cristo por nosotros en la cruz, Dios es fiel y justo. “…para perdonar nuestro pecado, y para limpiarnos de toda injusticia”. También nos restaurará el gozo de nuestra salvación (Sal 51:11,12).
- Mantener Equilibrio En Relación Al Pecado. Cuatro veces Pablo nos exhorta y dice: “Fortaleceos [estad firmes] en el Señor”, en Efesios 6:10-14. Satanás sabe que será imposible para nosotros estar firmes si estamos fuera de equilibrio espiritualmente.
Por consiguiente, siempre procurará llevarnos hacia uno de los extremos. Satán tratará de que adoptemos una actitud casual respecto al pecado o en ponernos bajo tan horrible estado de condenación y culpa que hace que dejemos de seguir a Jesús.
1) No Ignore El Pecado. En uno de los extremos, el enemigo desearía que nosotros usemos la gracia de Dios como una excusa para nuestro pecado. Algunos se atreven a decir: “El Señor entiende que no soy perfecto, y estoy seguro de que ignorará o pasará por alto mis faltas y pecados”.
Dios ciertamente comprende, pero esa misma razón no ignora o pasa por alto el pecado; Él tiene que castigar el pecado. La pena o paga del pecado es muerte. ¿Quiere usted saber lo que Dios piensa del pecado? Contemple el Calvario. Ese escenario le dirá cuánto detesta Dios la injusticia o maldad.
Las cosas que le sucedieron a Jesús cuando fue crucificado, revelan cuán airado estaba Dios contra el pecado.
“Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni se nombre entre vosotros, como conviene a santos… Porque… ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios… porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia” (Ef 5:3-6).
Jesús absorbió toda la ira de Dios contra el pecador por nosotros los que creemos en Él. “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Ro 5:9).
Ahora, no se atreva a tratar al pecado como algo casual. Examine el precio que Jesús pagó para salvarnos de sus consecuencias. ¿Acaso desearíamos rebajar el valor de Su muerte por medio de vivir vidas desagradables ante Él?
Es mejor que no pasemos por alto o ignoremos el pecado. Es vital que lo confesemos y recibamos el perdón y limpieza de toda injusticia o maldad.
2) No Viva En Condenación. En el otro extremo, el diablo desearía que nos sintamos condenados (culpables). Trataría aun de que vayamos tan lejos como el dudar de nuestra salvación. Él no puede impedir que lleguemos al cielo, pero tratará de hacer que nuestro viaje hacia allá sea tan penoso como le sea posible. Algunas personas viven bajo una constante nube de culpa y condenación.
Pablo nos enseña en Romanos 6:8 que nuestra vida en el Espíritu puede llevarnos hasta el punto donde disfrutemos de un hermoso equilibrio. Somos salvos por gracia, no por las obras. No hay nada que podamos agregar a la fe en Cristo. Cuando Cristo clamó sobre la cruz: “Consumado es”, Él quiso decir eso mismo, que el precio por nuestro pecado había sido pagado completo. (Ro 8:1).
[Nota: Algunas Biblias incluyen en el Versículo 1 las palabras: “…los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Esta cláusula no aparece en el texto original del griego. Los traductores la extrajeron del versículo 4. La declaración es incondicional. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”. A través del precio que Jesús pagó por nosotros, podemos estar firmes ante Dios sin temor.]
3) Somos Libres Para Vivir Como Debemos. Esto no significa que hayamos sido librados para pecar sin temor a ser castigados, o para ofender a otros. El perdón no es libertad para vivir como queramos, sino que es libertad para vivir como debemos.
Dios no sólo desea liberarnos de la “culpa” del pecado, sino también del “poder” o hábito del pecado. La penalidad del pecado fue pagada por Jesús, a fin de que la ligadura o poder del pecado fuera quebrantada a medida que ponemos nuestra confianza en Él como nuestro Libertador del pecado. “…y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de [no en] pecados” (Mt 1:21).
El pecado es siempre una posibilidad, pero nunca una necesidad. En otras palabras, podemos pecar pero no tenemos que hacerlo. Debido a Satán y a nuestra vieja naturaleza, el pecado es siempre una posibilidad. No obstante, debido a Jesús y a nuestra nueva naturaleza, no es necesario pecar. “…porque mayor es el que está en vosotros, [Jesús] que el que está en el mundo [Satán]” (1 Jn 4:4).
C. VISTIENDO TODA LA ARMADURA DE DIOS
La verdadera marca de un apóstol es ésta: cuando todos a su alrededor hayan caído, él seguirá firme sobre sus pies.
Pablo fue tal hombre. Es por esa razón que sus palabras llevan tal peso y poder: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios…” (Ef 6:12, 13).
Dios nos ha provisto de las armas y de la protección que necesitamos para envolvernos en la guerra espiritual. “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo” (Ef 6:13).
Pablo vivió, predicó y plantó iglesias dentro de las ciudades del Imperio Romano, el cual, era uno muy perverso, dado excesivamente a la inmoralidad y a las impurezas. Sus habitantes estaban muy envueltos en la adoración de ídolos, en la promiscuidad y pecados sexuales de toda suerte. Los hombres eran impulsados por el deseo egoísta del poder, los placeres sensuales y la opulencia.
La mente y cuerpo eran tenidos en gran estima por los griegos, pero el espíritu del hombre recibía muy poca atención. La actitud de la época era impía (no tenían temor a Dios) y rebelde (contra Dios).
Los hombres se habían rendido a los poderes demoníacos y a las influencias de su mundo perverso por todas partes.
- La Mente: Campo De Batalla Espiritual
“…para que podáis resistir en el día malo… ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia… tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación…” (Ef 6:13-17).
Tres piezas importantes de la armadura de Dios son las siguientes: “la coraza de justicia, el yelmo de la salvación” y el “escudo de la fe”. Estos, nos ayudan a proteger nuestra mente y emociones.
La mente es el campo de batalla tanto para las fuerzas del bien como para las del mal. Es como el umbral a través del cual la revelación y el engaño penetran a nuestras vidas. Si no “vestimos toda la armadura de Dios”, no podremos “estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Ef 6:11).
No podemos descuidar nuestras defensas contra las mentiras y engaños del diablo. El “yelmo de la salvación” es para proteger nuestras mentes de tales ataques. La “coraza de justicia” y “el escudo de la fe” son para protegernos contra los dardos de fuego (de los pensamientos que Satán pone en nuestras mentes). El diablo procurará disparar sus dardos de fuego de la duda, el temor, la envidia y otros pensamientos pecaminosos para que penetren dentro de nuestras mentes.
Los “dardos de fuego” utilizados en la guerra de aquellos tiempos, eran flechas con sus puntas saturadas de brea o betún, las cuales eran encendidas antes de ser disparadas. Tales flechas encendidas, podían ser disparadas por sobre las murallas de las ciudades. Los techados de paja eran incendiados fácilmente con esas flechas y toda la ciudad ardía en fuego en poco tiempo.
- Los Pensamientos, Son Los Dardos De Fuego De Satán. Un amigo mío muy devoto estaba experimentando una terrible batalla contra pensamientos impuros. Él amaba al Señor de veras, y su deseo por sobre todas las cosas era andar en santidad y justicia. Esa clase de cristianos santos a menudo son importunados de esa manera.
Satán no es un tonto; él tiene sus “dardos de fuego” apuntados hacia aquéllos que llevan puesto el cetro de justicia. Los tales representan una amenaza para su reino tenebroso.
Un día, mientras mi amigo estaba ayunando y orando acerca de su problema, el Señor le reveló lo que estaba ocurriendo. El diablo le estaba enviando pensamientos impuros y luego le acusaba de pensar tales pensamientos.
El diablo le disparaba un dardo de fuego (pensamiento impuro) hacia su mente, con la esperanza de que mi amigo lo recibiera y lo abanicara hasta que se convirtiera en una llamarada de pensamientos impuros. (Podemos hacer tal cosa por medio de alimentar la idea en nuestra imaginación: donde ponemos en acción nuestros pensamientos.)
Mi amigo rehusó hacerlo, pero Satanás volvía a disparar su próxima flecha o dardo de fuego, el de sentirse culpable, acusado y condenado. El dardo de fuego de condenación (el que le hace sentirse culpable y desanimado) no es tan fácil de apagar, pues creemos que lo merecemos.
El Señor le mostró a mi amigo que él no debería sentirse culpable por los dardos que el diablo le disparaba, sino que sería responsable de lo que hiciera con ellos. Lo que debía hacer era rechazar los malos pensamientos, no retenerlos ni alimentarlos, ni sentirse condenado por ellos. Cualquiera de estas direcciones que tomara debilitarían su vida espiritual y su tiempo.
- Nuestra Defensa Contra Los Dardos De Fuego. Luego Dios le mostró la defensa que tenía en el yelmo de la salvación, en el escudo de la fe y en la espada del Espíritu. Por fe, él podía introducir rápidamente a Jesús en el campo de batalla. “Señor, viste el pensamiento también, ¿verdad?… y no vamos a permitir que cumpla su fin. ¡Satanás, quítate delante de nosotros!”
Tal reacción dará por concluida la cuestión rápidamente. No podemos rendirnos ante la tentación ni sentirnos bajo condenación. Lo más seguro es no darle cabida al pensamiento impuro ni sentirnos culpables por el dardo.
De esa manera, podemos continuar reteniendo el “cetro de justicia”: la autoridad espiritual en oración.
- Jesús: Nuestro Ejemplo
Podemos ver ese mismo principio en las tentaciones de Jesús. Él fue tentado y probado en toda forma, así como nosotros, pero sin pecado (He 4:15). Hay muchas lecciones que podemos aprender de Sus tentaciones. Estudiemos la historia juntos.
Jesús fue guiado por el Espíritu al desierto: un área silvestre, árida y rocosa de Judea.
Allí pasó cuarenta días sin tomar alimentos. Al finalizar Su ayuno, el diablo se le presentó para tentarle. Fue tentado tres veces para que desobedeciera la Palabra y voluntad de Su Padre Celestial.
- ¿De Qué Dependió Jesús? De Su humanidad, Él tenía que depender de los mismos recursos con los cuales nosotros tenemos que vencer al mundo, la carne y al diablo. El no dependió de Sus poderes divinos (Su naturaleza santa), sino totalmente del:
1) poder del Espíritu de Dios; y
2) del poder de la Palabra de Dios.
Él tuvo la victoria sobre cada tentación y salió completamente victorioso. Es muy posible que Jesús le contara la historia completa a Sus discípulos. Él quería que ellos, y nosotros, conocieran la manera de ganar sus batallas contra el diablo.
- ¡Jesús Ganó La Batalla Con La Palabra! No sabemos si las tentaciones vinieron a través de las palabras o de los pensamientos. Pero de cualquier manera que vinieran, era la mente de Jesús lo que Satán quería invadir.
Las palabras eran reales; las tentaciones eran reales; el diablo era real. Cada poderoso ataque era rechazado por Jesús con dos palabras diminutas, pero todopoderosas: “Escrito está…” Él venció al diablo con la Palabra: la espada del Espíritu. ¡Y nosotros también podemos hacerlo!
Jesús comenzó Su estudio de la Palabra de Dios cuando apenas era un niño. Estoy seguro de que el Espíritu Santo le ayudó a “…guardar la palabra en su corazón” (Sal 119:11). La Palabra le guardaría en obediencia a la voluntad del Padre.
Cuando solamente tenía doce años de edad, los doctores de la ley judía que estaban en el Templo se asombraron grandemente de Su sabiduría y conocimientos de la Palabra (Lc 2:46, 47).
Con el pasar del tiempo continuó siendo la Palabra de Dios, la que Él articulaba con poder y autoridad. Las personas se asombraban y escuchaban con gran admiración. Era la Palabra de Dios en el poder del Espíritu lo que hacía que los demonios temblaran y huyeran aterrados (Lc 4:32-36).
¡Oh, nosotros también necesitamos guardar los dichos (la Palabra) de Dios en nuestros corazones y mentes! Ésta, viene a ser como un depósito divino, del cual podemos extraer poder para resistir los poderes de las tinieblas. Qué lección tan importante debemos aprender de esta parte de la vida terrenal de nuestro Señor.
- La Palabra De Dios: Nuestra Espada Espiritual.
Hace unos cuantos años atrás, tuve el privilegio de sentarme a los pies del ministerio de un amado anciano y padre en el Señor. Su padre animó a mi amigo anciano a memorizar la Santa Palabra de Dios cuando apenas era un niño.
Para la edad de doce años, ya se había memorizado todas las Epístolas de Pablo. A la edad de veinte, ya se había memorizado todo el Nuevo Testamento. Cuando llegó a la edad de los cuarenta, se había memorizado grandes porciones del Antiguo Testamento.
Él hizo todo eso por medio de memorizarse cinco versículos por día. En un año ya se había memorizado 1,800 versículos. El libro más extenso del Nuevo Testamento es Lucas; tiene 1,151 versículos. El Nuevo Testamento completo tiene 7,597 versículos y el antiguo Testamento tiene 22,485.
Este hermano anciano tuvo un tremendo impacto en mi vida. Fue uno de mis maestros en el instituto de entrenamiento para misioneros donde yo estudiaba. Por supuesto que él esperaba que nosotros también memorizáramos las Escrituras.
Descubrí después de un breve año que me había memorizado extensas porciones de las Escrituras del Nuevo Testamento. Tal reserva de verdades vino a ser un depósito rico, del cual, el Espíritu Santo podía extraer durante los tiempos de necesidad y reto. Era una defensa firme contra los ataques del enemigo.
Jesús nos dice en Juan 14:26 “…el Espíritu Santo… os… recordará todo lo que yo os he dicho”.
Memorizando La Palabra. El Espíritu Santo sólo puede traer a nuestra memoria lo que hemos almacenado en nuestros corazones, es decir, lo que hayamos leído y memorizado de la Biblia. Él no puede traernos a la mente algo que jamás hemos aprendido. El saber esto, deberá motivarnos a memorizar la Palabra de Dios.
Entiendo que la idea de aprenderse porciones bíblicas tan extensas, a veces puede desanimarnos más bien que motivarnos. Si esa tarea parece ser demasiado, uno puede comenzar leyendo la Biblia completa una vez al año.
Esto requiere leer solo cinco capítulos por día. (Quizás el Nuevo Testamento puede ser leído completo más a menudo.) Entre más leamos respecto a las verdades fundamentales de la fe, más las retendremos en nuestras mentes, y cuando confrontemos las tentaciones del diablo, podremos hacer uso efectivo de la espada del Espíritu. Nuestra mejor defensa es utilizar la misma expresión que Jesús usó cuando le dijo al diablo: “Escrito está…”.
Podemos Ser Ganadores. Hay muchos creyentes que todavía no están seguros de sus relaciones con Dios, ni siquiera están seguros de su salvación. Esa es la razón por la cual hay muchos debilitados e inestables en nuestras congregaciones. Son blanco fácil de los dardos de la duda y el temor que Satán les dispara.
Por consiguiente, pongámonos firmemente sobre nuestras cabezas el yelmo de la salvación y ajustemos los cinturones del escudo de nuestra fe, tomando la espada del Espíritu: la Palabra de Dios, con gran confianza.
Tengamos nuestros pies calzados con el apresto del Evangelio, siempre preparados para predicarlo y llevar la paz de Dios a un mundo lleno de turbulencias. De esa manera, estaremos arraigados firmemente para rechazar cualquier ataque del diablo, levantando la espada del Espíritu de Dios, que es Su Palabra. Con nuestro clamor o grito de guerra: “Escrito está…”, el enemigo se volverá y huirá. “…resistid al diablo, y de vosotros huirá” (Stg 4:7).
“Y ellos le han vencido [a Satán] por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio [confesión]…” (Ap 12:11). ¡Podemos ser vencedores todo el tiempo!
D. GUERREROS DE LA ORACIÓN
Pablo estaba bien familiarizado con la naturaleza de este conflicto espiritual. En 1 Corintios 15:32, él nos cuenta sobre cómo “…batalló contra fieras” en Efeso. Con tal expresión, se está refiriendo a los poderes del maligno y a los espíritus diabólicos que se oponían a su predicación del evangelio.
- Los Espíritus Demoníacos Son Reales
He ministrado en más de 100 regiones del mundo. La mayoría de ellas han sido naciones paganas (dadas a la idolatría). Muchas veces podía sentir la cobertura de las tinieblas y la sensación de los poderes del mal. Las obras de arte de los templos paganos exhibían bestias horribles y demoníacas semejantes a criaturas. Estas simbolizaban los seres espirituales demoníacos que muchos de los artistas habían visto.
No son únicamente los cristianos quienes tienen visiones y ven dentro de las dimensiones del espíritu. Los que sirven al diablo también pueden ver dentro de su mundo de los espíritus.
En lugar de ver visiones de Dios y de los santos ángeles, ven visiones de los poderes del diablo y sus demonios. Ellos son muy reales, como lo pueden testificar aquellos que han viajado por esas partes del mundo.
Los espíritus del mal tal vez no se revelen a sí mismos en algunos lugares del mundo, pero son igual de malos y poderosos en su invisibilidad. Algunas veces pueden ser aún más peligrosos en su forma oculta, ya que las gentes no se percatan de su presencia. No tenemos que ir por los alrededores buscando los demonios, sino que necesitamos estar conscientes de que estamos en una guerra espiritual. Si lo estamos, entonces siempre estaremos preparados y en guardia.
- Satanás Ataca La Oración
¿Dónde batallamos contra el enemigo la mayoría de las veces? ¿Dónde concentra él su ataque contra nosotros? El conflicto más intenso lo tenemos en la batalla de la ORACIÓN.
Por supuesto que somos confrontados por el enemigo cada vez que procuramos adelantar el Reino de Dios. Pero entre todas las cosas que hacemos, el ministerio de la oración intercesora es a lo que más se opone Satán.
El propósito principal de vestir toda la armadura de Dios (Ef 6:11-17), es para estar listos y preparados para la oración. Después que vestimos la armadura, entonces estamos listos para comenzar a “orar en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu…” (Ef 6:18).
CUANDO ORAMOS, somos perturbados por Satán. Es en el campo de batalla de la oración donde podemos esperar que él ataque con ahínco y resista con toda su fiereza.
- ¡Recuerde Su Armadura!
El orar en el Espíritu (otras lenguas) nos llevará al interior de la dimensión espiritual, donde la confrontación con los poderes de las tinieblas es más fiera. Esa es la razón por la cual es importante que entremos a la batalla con toda la armadura espiritual que Dios nos ha dado. Podemos ser heridos y derrotados si olvidamos vestir dicha armadura.
Es verdad que siempre nos movemos en fe, no en temor. No obstante, la fe tiene que ser dirigida hacia aquellos que conocemos. Dios no quiere que “…ignoremos sus maquinaciones [sin conocimiento de los métodos que el diablo usa]” (2 Co 2:11).
- Hay Poder En La Oración
Durante los pasados 40 años, he visto las victorias que Dios puede traer a través del poder y autoridad de la oración. ¡Han tenido un tremendo impacto sobre mi vida!
Hace unos años, el diablo trató de debilitarme y destruirme con la plaga del cólera. Las vacunas que había recibido no me habían provisto de la protección que necesitaba. En el curso natural de la enfermedad, podía esperar morir en dos o cuatro horas.
Coloqué mi vida y ministerio en manos del Señor, sometiendo todas las cosas a Su voluntad. No me estaba rindiendo a una actitud débil y sin fe, sino que confesé firmemente que se hiciera la completa voluntad y propósito de Dios.
Si mi tiempo de partida de este mundo había llegado, estaba listo para esa hora. “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Fil 1:21). Si Dios me necesitaba todavía, entonces se encargaría de sanarme, y volvería a salir hacia otras regiones a ministrar el evangelio. Decidí firmemente que no retrocedería, sino que seguiría con una fe determinada contra el Enemigo. La armadura de Dios sería mi defensa.
Una vez más, experimenté el poder de la oración y la autoridad de los guerreros de oración de Dios. El diablo fue derrotado y mi vida fue librada de la muerte. Ahora puede ver el porqué la oración es para mí algo más que un mero tópico sobre el cual predicar; ciertamente es mi misma vida.
Ven, amado guerrero de la oración, viste tu armadura, toma la espada y derrota al Enemigo con la autoridad de la Palabra de Dios y el poder de vivir píamente.
Si lo hace, sabrá que: “…Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino” (He 1:8).
“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?
Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí” (Is 58:6-9).
- ¿Está Exento De Poder En La Oración? Si has estado leyendo este artículo y se ha dado cuenta de que no ha estado viviendo rectamente, ¿por qué no se detiene ahora y responde a la siguiente invitación del Señor? “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Is 55:7).
Su oración de arrepentimiento, el reconocimiento de sus transgresiones ante el Señor, su restitución hacia las personas que les haya hecho algún mal; todos son pasos que le ayudarán a restaurar su comunión con Dios.
Entonces recibirá poder en la oración. Podrá disfrutar a plenitud de la siguiente promesa bíblica en su vida: “Y antes de que clamen, responderé yo; mientras aun hablan, yo habré oído” (Is 65:24).