¿Qué es el discipulado bíblico?
Seminario Básico
Discipulado
Clase 1: ¿Qué es un discípulo?
Si has sido cristiano por mucho tiempo, probablemente has escuchado palabras como «discípulo» y «discipular» ser utilizadas en varios contextos diferentes. Mientras comenzamos en esta mañana, podría ser útil obtener un mejor entendimiento de las imágenes e ideas que esas palabras traen a nuestra mente. ¿En qué piensas cuando escuchas la palabra «discípulo?» ¿Qué te recuerda la palabra «discípulo»? [Las respuestas pueden incluir: disciplina, seguidor, imitador, discípulos de Jesús, relaciones individuales, etc.].
No hay dudas de que existen muchas ideas acerca de lo que puede ser un discípulo. Principalmente en la Biblia, un discípulo es presentado como alguien que sigue la vida y enseñanza de otra persona. De hecho, como veremos en breve más detalladamente, el último mandato que Jesús le dio a sus seguidores fue ir y hacer discípulos (Mateo 28:16-20). Como seguidores de Jesús, nosotros mismos tenemos mucho interés en conocer cómo podemos ser más obedientes a ese mandato —de ir y llevar a cabo la obra de hacer discípulos— a lo cual nos referiremos como la obra de «discipular».
- ¿Qué es un DISCÍPULO?
Necesitamos comenzar considerando de manera bíblica lo que pudieran ser algunas de las marcas de un discípulo.
Ciertamente, podemos sentir la tentación de observar solo a los primeros discípulos o los doce discípulos que se mencionan en el Nuevo Testamento. Sin embargo, frecuentemente ellos tienen un papel único que no puede ser totalmente atribuido a nosotros. No obstante, si observamos los testimonios más amplios de la Escritura podemos obtener una ilustración muy buena de lo que buscamos cuando hablamos acerca de lo que es hacer discípulos.
¿Cuáles son algunas de las marcas generales de un discípulo de Dios?
- Una respuesta al llamado inicial de Dios (Marcos 1:16-20).
- Un deseo por conocer lo que Dios dice (Job 23:13; Jeremías 15:16; Deuteronomio 6:5-7; Romanos 10:17; 1 Pedro 2:2).
- Una separación de los estándares del mundo (1 Corintios 10:13; 2 Corintios 5:17).
- Autodisciplina (Gálatas 5:22-23; Mateo 16:24; Lucas 3:11; 1 Corintios 9:25-27).
- Un deseo de buscar y motivar a otros discípulos (Romanos 15:5-6; Hechos 2:42; Efesios 3:17-19; Hebreos 10:25; 1 Pedro 1:22; 1 Juan 1:2, 7).
- Pasión por el evangelismo (1 Juan 3:16-24; 1 Pedro 2:21; 2 Corintios 9:6-7; Filipenses 1:21; Mateo 10:32; Juan 14:12).
- Perseverancia (Filipenses 3:13-14; 1 Juan 1-4; Salmos 37:23-24; Romanos 6:1-14; 2 Pedro 1:1-10; Juan 5:37-39).
No empleamos mucho tiempo aquí ahora, pero estas son algunas de los rasgos de un discípulo que buscaríamos motivar si estamos trabajando en hacer discípulos que sean bíblicamente fieles.
- El MAYOR CONTEXTO para el DISCIPULADO—la IGLESIA LOCAL
Aunque ayuda a conocer el esquema de lo que es un discípulo, también necesitamos saber cómo luce el «discipulado» según las Escrituras. Podríamos mencionar muchas definiciones diferentes acerca de la obra del discipulado. No existe ninguna definición autoritaria dada en ningún lugar de la Escritura. En cambio, el proceso de hacer discípulos es tan crítico para el mensaje de la Biblia que encontramos el tema en toda la Escritura. En el Antiguo Testamento vemos que al pueblo de Dios se le ordena discipularse constantemente unos a otros, recordándose la fidelidad de Dios y hablando acerca de sus obras, especialmente su rescate durante el Éxodo de Egipto. En el Nuevo Testamento vemos que el proceso de hacer discípulos comenzó con el ministerio de Juan el Bautista cuando él prepara a los hombres y mujeres para la venida de Cristo. Lo vemos en la obra de Cristo cuando Él llama y entrena a sus primeros seguidores. Lo vemos mientras se forma la iglesia en el libro de los Hechos para implementar el mandato del Cristo resucitado que dice «vayan y hagan discípulos». Lo vemos en las epístolas mientras la iglesia crece en su entendimiento de la tarea de hacer discípulos, tanto para la iglesia como un todo como para los creyentes de manera individual.
Cuando hablamos acerca del discipulado, también necesitamos definir el alcance de lo que tenemos en mente. Para la mayoría, en esta clase estaremos hablando acerca del discipulado relacional o individual, que consiste en relacionarse con otra persona o dos con el fin de hacerle un bien espiritual. Pero eso no es todo lo que sucede cuando estamos haciendo discípulos. Ni tampoco es la forma más importante en que es llevado a cabo el discipulado. Piensa en el discipulado en una escala mayor: lo que hacemos juntos como iglesia en nuestros servicios de adoración pública. En realidad, el discipulado es lo que sucederá si Dios quiere, en solo un momento cuando un predicador se para delante de nosotros y expone la Palabra de Dios. Hacer discípulos es lo que la iglesia a través de las canciones que cantamos, de la Escritura que es leída, de las oportunidades semanales de servir juntos y motivarnos unos a otros, en las relaciones de rendición de cuentas que fomenta, y en la diversidad de dones y amor que forman parte del cuerpo de Cristo en la tierra. En un sentido, el cuerpo de la iglesia es como invernadero que Dios mismo ha construido para hacer crecer y cultivar discípulos de Cristo, para la gloria de Dios el Padre. Lo que estamos hablando en esta clase (por ejemplo, el discipulado individual) es una de las muchas herramientas que Dios utiliza en su invernadero (por ejemplo, la iglesia local) y no debe considerarse de manera aislada con relación a los demás.
Todo creyente es llamado a la obra del discipulado. Solo algunos serán llamados a predicar; solo algunos dirigirán la alabanza pública; o enseñarán a grupos grandes. Sin embargo, es la opinión de esta clase que todo cristiano es llamado por Dios a contribuir en la obra de la iglesia de hacer discípulos a través de relaciones deliberadas y mutuamente motivadoras. Acerca de esto es que primeramente pensamos en esta clase: la relación interpersonal con otras personas que podemos nosotros iniciar. Recuerda, el discipulado individual no debe ser visto como algo diferente a la obra mayor de la iglesia local. Las relaciones individuales de discipulado deben siempre ser parte del amplio contexto bíblico de la obra de hacer discípulos de la iglesia.