Clase 2 Tu cristianismo, tu iglesia
Discipulado: Universidad de la FE
Campus Madrid
Introducción
Muchas veces recibo en mi oficina a gente nueva que viene a la iglesia . En algunas ocasiones he comenzado mi tiempo con ellos con las siguientes palabras: “Si te llamas a ti mismo cristiano, pero no eres miembro de la iglesia a la que regularmente asistes, me preocupa que te puedas estar dirigiendo al infierno”.
Eso sí que capta su atención.
Ahora, ¿hago la pregunta solo para llamar su atención?…. ¿Estoy tratando de asustarlos para que entren a la membresía de la iglesia? Realmente no. ¿Estoy diciendo que el unirse a una iglesia hace a alguien cristiano? ¡Definitivamente no! .
Entonces, ¿por qué comienzo con este tipo de advertencia? Porque quiero que ellos vean la urgencia de formar parte de una iglesia saludable en la vida cristiana y empiecen a compartir la pasión por la iglesia que caracteriza tanto a Cristo como a sus seguidores.
Muchos cristianos hoy día en Occidente (¿y en otros lugares?) tienden a ver su cristianismo como una relación personal con Dios y nada más. Por lo general, ellos saben que esta “relación personal”, tiene algunas implicaciones sobre cómo deben vivir. Pero me preocupa que muchos cristianos no se dan cuenta que esta relación tan importante que tenemos con Dios también requiere un número de relaciones personales secundarias– la relación que Cristo establece entre nosotros y su cuerpo, la Iglesia.
El plan de Dios no es que nosotros escojamos estas relaciones a nuestro antojo entre los muchos cristianos que están “allá afuera”. Lo que Dios quiere es establecernos en una relación con gente real, de carne y huesos. Él quiere unirte aun cuerpo de personas pecadoras, molestas y que llegarán a fastidiarte como amigos que te aman y fielmente producen heridas (Pr. 27:6).
¿Por qué me preocupo si te llamas cristiano pero no eres miembro activo de la iglesia local a la cual asistes y puedes estar camino al infierno? Piensa conmigo por un momento sobre qué es un cristiano.
Lo que un cristiano es
Un cristiano es alguien que, en primer lugar, ha sido perdonado de su pecado y reconciliado con Dios el Padre a través de su hijo Jesucristo. Esto ocurre cuando una persona se arrepiente de sus pecados y pone su fe en la vida perfecta, en la muerte sustitutoria, y en la resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios. En otras palabras, un cristiano es alguien que ha reconocido su incapacidad y la inutilidad de sus propios recursos morales delante de Dios. Ha reconocido que él, en desafío a la ley de Dios claramente revelada, ha entregado su vida a la adoración y amor de otras cosas que no son Dios cosas como su carrera, familia, las cosas que el dinero puede comprar, la opinión de otras personas, el honor de su familia y de la comunidad, el favor de los falsos dioses de otras religiones, los espíritus de este mundo, o también las cosas buenas que una persona puede hacer.
Un cristiano también ha reconocido que estos “ídolos” condenan en esta vida y en la venidera. Sus apetitos nunca son satisfechos de este lado de la eternidad. Y ellos provocan la justa ira de Dios durante la siguiente vida en la eternidad; una muerte y un juicio que el cristiano ya ha probado un poco(misericordiosamente) en las miserias de este mundo. Por lo tanto, un cristiano sabe que si él muriera esta noche y se presentara delante de Dios, y si Dios dijera, “¿Por qué debo dejarte entrar a mi presencia?”, el cristiano diría, “Tú no me deberías dejar entrar. Yo he pecado y tengo una deuda contigo que no puedo pagar”. Pero él no se detendría ahí. Él continuaría diciendo, “¡Sin embargo, debido a tus grandiosas promesas y misericordia, yo dependo de la sangre de Jesucristo que Él derramó como sustituto por mí, pagando mi deuda moral, satisfaciendo tus requisitos santos y justos, y removiendo tu ira en contra de mi pecado!”.
Con esa afirmación de ser declarado justo en Cristo, el cristiano es alguien que ha descubierto el comienzo de la libertad de los pecados que lo esclavizaban. Antes los ídolos y otros dioses nunca podían ser satisfechos, sus estómagos nunca llenos. Pero ahora, la satisfacción de Dios en la obra de Cristo sígnica que la persona que ha sido liberada de la condenación; ¡ahora es libre! Por primera vez, el cristiano es libre para darle la espalda al pecado, no solamente reemplazarlo por otro pecado, sino ser lleno del Espíritu Santo – deseando al mismo Jesucristo y bajo el gobierno de su Salvador.
Contrario a Adán que trató de quitar a Dios de su trono y hacerse a sí mismo “dios”, el cristiano se regocija que Cristo está en el trono. Él medita constantemente en la perfecta sumisión de la vida de Jesús a la voluntad y palabras del Padre y busca ser como su Salvador. Por lo tanto, el cristiano es alguien que, ante todo, ha sido reconciliado con Dios por medio de Cristo. Cristo ha satisfecho la ira de Dios, y el cristiano es ahora declarado justo delante de Dios, llamado a una vida justa, y vive en la esperanza de que un día estará delante de su majestad en el cielo.
Pero eso no es todo! Segundo, un cristiano es alguien que, por la virtud de su reconciliación con Dios, ha sido reconciliado con el pueblo de Dios. ¿Recuerdan la primera historia en la Biblia después de que Adán y Eva cayeran y fueran expulsados del Edén? Es la historia de un ser humano matando a otro Caín matando a Abel. Si el acto de tratar de quitar a Dios de su trono es, por su propia naturaleza, un intento de ponernos por encima de Él, nosotros no estaríamos dispuestos a que otro ser humano nos quitara ese trono. De ninguna manera. El acto de Adán de romper su comunión con Dios resultó en un inmediato rompimiento de la comunión entre todos los seres humanos. Desde ese momento, ¡defiéndase quien pueda! Así que, no debería ser ninguna sorpresa que Jesús dijera: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente… Y a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (vea Mt. 22:34-40). Los dos mandamientos van juntos. El primero produce el segundo, y el segundo prueba el primero. Si hemos sido reconciliados con Dios por medio de Cristo, esto significa que también hemos sido reconciliados con todos los demás que han sido reconciliados con Dios. Después de describiren la primera mitad de Efesios 2 la gran salvación que Dios nos ha dado en Cristo Jesús, Pablo se dirige, en la segunda mitad de Efesios 2 a describir lo que esto significa para la relación entre judíos y gentiles, y por extensión, entre todos los que están en Cristo.
Él escribe:
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación… para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades (Ef. 2:14-16).
Ahora, todos los que pertenecen a Dios son “conciudadanos” y “miembros de la familia de Dios” (v. 19). Nosotros estamos“ unidos” con Cristo en un “templo santo” (v. 21) – ¡muchas ricas analogías para describir esta nueva relación!
Una familia, una comunión y un cuerpo
Quizás el meditar en la analogía de una “familia” nos ayude a ver que estando reconciliados con Dios también sígnica estar reconciliados con su pueblo. Si tú eres un huérfano, tú no adoptas a tus padres, ellos son los que te adoptan a ti. Si tus padres adoptivos se llaman Ortiz, ahora asistirás a las cenas familiares de los Ortiz junto con los padres y todos sus hijos.
Compartirás un cuarto por las noches con los hijos de los Ortiz. En la escuela, cuando la maestra pase la lista de asistencia y diga, “¿Ortiz?”, levantarás tu mano como tu hermano mayor hizo antes de ti y tu hermana menor hará después de ti. Y tú haces esto, no porque decidiste jugar el rol de los “Ortiz”, sino porque alguien fue al orfanato y dijo: “Tú serás un Ortiz”. Ese mismo día, tú te convertiste en el hijo de alguien y en el hermano de otros. Tú no eres Ortiz. Eres cristiano , nombrado por aquel mediante el cual fuiste adoptado, Cristo (Ef. 1:5). Ahora eres parte de toda la familia de Dios. “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos” (He. 2:11).Esta no es una familia disfuncional con sus miembros lejos los unos de los otros. Esta es una comunidad en profundo compañerismo. Cuando Dios te llamó “a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (1 Co. 1:9), Él también te llamo a la “comunión” con toda la familia (1 Co. 5:2).
Y esto no es un compañerismo cortés y formal. Se trata de un cuerpo unido por nuestras decisiones individuales, pero también unido por mucho más que una decisión humana – la persona y obra de Cristo. Serías tan tonto si dijeras “yo no soy parte de la familia” como si cortaras tu mano o nariz. Como Pablo le dijo a los Corintos, “¡Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito ,ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros!”(1 Co. 12:21).
En resumen, es imposible contestar la pregunta ¿Qué es un cristiano? ,sin terminar la conversación hablando sobre la iglesia; al menos, en la Biblia es así. No tan solo eso, sino que es difícil usar una sola metáfora para la iglesia, porque el Nuevo testamento usa muchas de ellas: una familia y una comunión, un cuerpo y una novia, un pueblo y un templo, una señora y sus hijos. Nunca el Nuevo Testamento concibe al cristiano existiendo prolongadamente fuera de la comunión de la iglesia. La iglesia realmente no es un lugar. Es un pueblo el pueblo de Dios en Cristo.