Clase 11 Entendimiento bíblico de la conversión
Discipulado: Universidad de la FE
Campus Madrid
En tiempos donde nos sorprendemos por la rapidez con la que muchas personas se apartan del Señor, sería bueno considerar (brevemente) la doctrina bíblica de la conversión. Porque en muchas ocasiones, las personas se alejan del Señor y de la iglesia, con una ligereza que sorprende, y esto sucede solo meses, semanas y días después de haber hecho una confesión de fe. Quizás sería de provecho, considerar todos los aspectos que deben tomar lugar en el momento de nuestra conversión y mirar de cerca los elementos bíblicos de la misma.
La conversión, desde tiempos antiguos era una realidad muy conocida entre el pueblo de Israel y la noción que esta verdad comunicaba era básicamente “volverse a Dios”. Hoy en día es legítimo usar el termino “conversión” en referencia al hecho de nuestra salvación, pues los escritores del Nuevo Testamento lo usaron frecuentemente. Son muchos los textos que hacen referencia a esta verdad (Hechos 15:3, 1 Tesalonicenses 1:9, 2 Corintios 3:16).
Sin embargo la biblia también abunda en pasajes que hacen referencia a los elementos necesarios e indispensables para la conversión, entiéndase “fe y arrepentimiento”(Juan 3:16, Hechos 16:31, Romanos 10:9, Efesios 2:9, Lucas 24:46-47, Hechos 2:37-38, 3:19, 5:31, 17:30). En estos textos se destaca la importancia de la presencia inseparable de la fe y el arrepentimiento para recibir la salvación.
Cuando el apóstol Pablo se despedía de los ancianos y pastores en Mileto, les dio una breve reseña de la esencia de su mensaje y dijo: “testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo”. (Hechos 20:21 RVR60).
Entonces, una verdadera conversión o una conversión bíblica debe incluir fe y arrepentimiento (o arrepentimiento y fe).
La conversión de un individuo debe tener en cuenta una conciencia de pecado (reconocer), una profunda tristeza por haber ofendido a Dios y un propósito de corazón de abandonar la vida pecaminosa. Eso es arrepentimiento.
Asimismo, la conversión de un individuo descansa sobre una confianza en nuestro Señor Jesucristo. Esa confianza otorga la seguridad de perdón y vida eterna. Eso es fe.
Por lo tanto, podemos concluir que cuando una persona se arrepiente genuinamente de sus pecados y confía en Jesús para recibir perdón y vida eterna, tal persona se ha convertido. Menos que eso, no cumple los requisitos ni se conforma a la enseñanza bíblica de la conversión.
¿Qué es la conversión?
La conversión es nuestra respuesta (espontánea y voluntaria), al llamado del Evangelio. En ella nos arrepentimos (sinceramente) de nuestros pecados y ponemos nuestra confianza (fe) en Cristo para nuestra salvación.
La palabra griega para conversión es : epistréfo que significa: revertir, convertir ,cambio total de dirección (si se iba hacia el norte, debe volverse y caminar en dirección opuesta, al sur, si se andaba en pecado, se vuelve y camina hacia la santidad, dejando total y completamente el pecado, con la intención sincera de no regresar a él nunca más.
Analicemos que nos dice nuestro Señor y Salvador Jesucristo en Marcos 1:15: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio“.
Y, ¿Qué significa exactamente arrepentirse? Consultamos nuevamente en el diccionario
Arrepentirse:
1. Dicho de una persona: sentir pesar por haber hecho o haber dejado de hacer algo.
2. cambiar de opinión.
Esta experiencia de arrepentimiento, de cambio de opinión, de pesar, la comienza el Espíritu Santo, derramando convicción de pecado en los corazones. Es una obra sobrenatural y maravillosa absolutamente necesaria para la verdadera conversión.
Entonces nos preguntamos: ¿Es posible que accedamos a la conversión y a la salvación sin experimentar genuino arrepentimiento (pesar, dolor) en nuestro corazón, por todo lo que somos y lo que hacemos en contra del amor, la santidad y la voluntad de Dios?. La respuesta es clara: NO
Profundicemos un poco más y veamos el término griego para arrepentimiento: metanoia que significa: “cambio total de mente”. O sea , toda nuestra mente es hecha de otra manera, transformada, no es más como era antes. Ese cambio total de mente, es una obra del Espíritu Santo en nosotros y nos lleva a realizar un cambio total de dirección en nuestras vidas. Entonces, ¿de dónde ha salido la doctrina de que la conversión es lenta y paulatina? De la Biblia no.
Suponemos que de un error de concepto en cuanto al significado y aplicación de “conversión”. Cada vez que la palabra de Dios utiliza el término “conversión” implica un cambio repentino y drástico. Veamos ejemplos:
En Hechos 9:1-22 se relata la conversión del apóstol Pablo, cuenta como pasa de ser un perseguidor, torturador y asesino de cristianos a transformarse en un ministro y testigo de Cristo.
Saulo de Tarso, (así era su nombre), respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se dirigía a Damasco, como enemigo de Cristo, cuando de repente una luz del cielo los rodeó y la voz del Señor le habló claramente, revelándose a Sí mismo y llamándolo a ser su siervo.
¿Para qué? “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios”. La clave está en cómo y qué respondió Saulo a lo que el Señor le estaba diciendo: “Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga?” Su encuentro con el Señor, automáticamente provocó algo en él. Un encuentro con Jesucristo, siempre provoca algo, para seguirlo o para rechazarlo. Muchas veces se ha dicho que la respuesta de Pablo no fue inmediata, pero no encuentro nada que apoye esa afirmación en la Biblia.
Si leemos detenidamente los pasajes siguientes cuentan con mucha exactitud, el tiempo desde que Pablo recobra la vista hasta que empieza a predicar. En el versículo 9 dice que Pablo estuvo en Damasco, tres días sin ver, en una actitud de oración, y ayuno total, (ni comió ni bebió). Mientras tanto el Señor en visión llamó a Ananías para que fuera a imponer las manos a Pablo, para que recobre la vista y reciba el Espíritu Santo y en ese mismo momento, levantándose fue bautizado.
El versículo 19 dice que estuvo Pablo algunos días con los discípulos que estaban en Damasco, y el vr. 20 dice que en seguida predicaba a Cristo en las sinagogas. Ahora bien, no estamos analizando en este estudio el tiempo que debe transcurrir desde que Dios “llama a un ministerio”, hasta que el ministerio empieza a ejercerse, eso es un trato personal de Dios con cada persona y solo El lo sabe. Lo que estamos analizando ahora es el momento de la Conversión.
La conversión y la salvación son instantáneas y van unidas.
La conversión significa que uno pasa de un estado de muerte espiritual a recibir vida en Cristo, se convierte de las tinieblas a la luz, se pasa al otro “equipo”. No se puede estar “un poco ” convertido, como no se puede estar “un poco nacido de nuevo” o ser “un poco salvo”, así como es imposible estar “medio vivo” y “medio muerto” Muchísimas veces he escuchado la siguiente afirmación dentro de las iglesias, con respecto a algún “hermano”: -” Es que aún no esta del todo convertido” o “Está en proceso de conversión, estamos orando para que “termine de convertirse”.
Esa persona no va a” terminar de convertirse” si nunca pasó de un estado espiritual a otro, (de estar muerto espiritualmente a recibir vida espiritual en Cristo) si nunca vivió la experiencia de pasarse de un reino a otro Reino. Tener un encuentro personal con Cristo significa que la Vida y La Verdad, entran a nuestras vidas Convirtiéndonos de muerte a vida
Pst. F Tranfa