Clase 10 Un entendimiento bíblico del discipulado
Discipulado: Universidad de la FE
Campus Madrid
Introducción
Una marca importante de una iglesia saludable es el interés general por el crecimiento de la iglesia ya que esto se encuentra especificado en la Biblia. Esto significa crecimiento de los miembros, no sólo de los números.
Algunos hoy en día piensan que una persona puede ser un “bebé cristiano” durante toda una vida. El crecimiento es tratado como algo opcional para discípulos con celo, pero el crecimiento es una señal de vida. Si un árbol está vivo, crece. Si un animal está vivo, crece. Estar vivo significa crecer, y crecer significa madurar y avanzar, por lo menos hasta que llegue la muerte.
Pablo esperaba que los Corintios crecieran en su fe (2 Co. 10:15), y que los Efesios crecieran “en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Ef. 4:15; ver Col. 1:10; 2 Ts. 1:3). Pedro
exhorta a sus lectores, “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pe. 2:2).
Es tentador para los pastores y aún para algunos miembros reducir sus iglesias a estadísticas manejables de asistencia, bautizos, donaciones y membresía. Esta clase de crecimiento es tangible.
Sin embargo, dichas estadísticas están muy lejos del verdadero crecimiento que los autores del Nuevo Testamento y Dios desean.
Crecimiento en santidad
¿De qué manera sabemos cuándo los creyentes están creciendo en gracia? No lo identificamos por el hecho de que están emocionados o porque usan mucho lenguaje religioso o tienen un mayor conocimiento de las Escrituras. Tampoco el que expresen un gran amor por la iglesia o relejen confianza en su fe es un factor determinante.
No podemos estar seguros de que los creyentes están creciendo porque parecen tener celo por Dios. Todas estas pueden ser evidencias de un verdadero crecimiento cristiano, pero al
mismo tiempo, una de las señales más importantes y comunes de crecimiento que debe ser observada es la santidad fundamentada en la negación propia (ver Stg. 2:20-24; 2 Pe. 1:5-11).
La iglesia debe estar marcada por un interés vital en el aumento de esta clase de santidad en la vida de sus miembros.
El discipulado y el crecimiento bíblico
El descuido de la santidad, así como de la disciplina de la iglesia ,trae como resultado discípulos con grandes dificultades para crecer. En las iglesias donde el comportamiento no santo es ignorado, los discípulos se confunden y no tienen claro el concepto de la vida que honra a Jesucristo. Es como un jardín donde las malas hierbas nunca son arrancadas y las cosas buenas nunca son plantadas.
Lo que el crecimiento hace y no hace
La iglesia tiene la obligación de ser el medio de Dios para el crecimiento en gracia de las personas. La búsqueda de influencias de madurez y santidad en una comunidad comprometida
de creyentes pueden ser herramientas en las manos de Dios para el crecimiento de su pueblo. Conforme el pueblo de Dios es edificado y crece unido en santidad y amor, debe mejorar su habilidad de administrar la disciplina y motivar al discipulado.
Cuando miramos la vida de una iglesia, el crecimiento de sus miembros puede verse de diferentes maneras. A continuación algunas señales:
• Aumento del llamado a las misiones
• Los miembros más viejos renovando su sentido de responsabilidad en el evangelismo y en discipular a los miembros más jóvenes –
• Los miembros más jóvenes asistiendo a los funerales de los más viejos por amor –
• Aumento de la oración en la iglesia, más oraciones centradas en el evangelismo y oportunidades de ministerio –
• Mayor cantidad de miembros compartiendo el evangelio con no creyentes.
• Menor dependencia en los miembros de los programas de la iglesia y más actividades espontáneas de ministerio de parte de los miembros
• Reuniones informales entre los miembros de la iglesia caracterizadas por conversaciones espirituales, incluyendo una aparente disposición a confesar pecados mientras simultáneamente miramos a la cruz
• Donaciones en aumento y sacrificiales –
El discipulado y el crecimiento bíblico
• Aumento de los frutos del Espíritu.
• Miembros sacrificando su carrera para servir en la iglesia
• Esposos liderando a sus esposas de manera sacrificial
• Esposas sometidas a sus esposos
• Padres instruyendo a sus hijos en fe
• Una disposición corporativa para disciplinar a los miembros que cometen pecados públicos de los cuales no se arrepienten.
• Un amor corporativo por el pecador que no se arrepiente mostrado a través del seguimiento hasta la disciplina
Estos son sólo algunos ejemplos de la clase de crecimiento por el que los cristianos debemos orar y trabajar. ¿Las iglesias saludables crecen en tamaño? Frecuentemente sí, porque relejan un testimonio atractivo del evangelio. Pero no debemos asumir que debe ser así. En ocasiones Dios tiene otros propósitos, como el llamado de su pueblo a la paciencia. Nuestro enfoque debe permanecer en la idealidad y el verdadero crecimiento espiritual.
Y ¿Cuál es la causa de dicho crecimiento? La predicación bíblica expositiva, la teología bíblica sana, el enfoque en el evangelio y un entendimiento bíblico de la conversión, el evangelismo, la membresía, la disciplina y el liderazgo.
Pero si las iglesias son lugares donde sólo se enseñan los pensamientos de los pastores, donde Dios es más cuestionado que adorado, donde el evangelio es diluido y el evangelismo corrompido, donde la membresía de la iglesia no tiene sentido y el culto mundano a la personalidad del pastor es permitido, entonces difícilmente encontraremos una comunidad que sea coherente o edificante. Dicha iglesia no glorificará a Dios.
Dios glorificado en el crecimiento
Cuando encontramos una iglesia compuesta por miembros que crecen a la imagen de Jesucristo, ¿Quién se lleva la gloria? Dios, porque como dijo Pablo, “el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento” (1 Co. 3:6b-7; ver Col. 2:19).
Igualmente, Pedro concluye su segunda carta a un grupo de cristianos jóvenes diciéndoles: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2 P. 3:18).
Podemos pensar que nuestro crecimiento nos traerá gloria a nosotros mismos, pero Pedro sabía que no era así: “manteniendo El discipulado y el crecimiento bíblico buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras”
(1 P. 2:12).
Pedro obviamente recordaba las palabras de Jesús: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y [¿les den gloria a ustedes? ¡No!] glorifiquen
a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt. 5:16). Trabajar para promover el discipulado y el crecimiento cristiano es otra marca de una iglesia saludable.